EL PROCESO DEL CAFÉ



Como hemos dicho anteriormente, hay pocas cosas mejores que disfrutar de una rica taza de café, sea un día lluvioso, con la compañía perfecta o un buen libro para leer. Por supuesto, no podemos controlar el clima ni quien es tu amigo, pero podemos enseñarte cómo escoger el mejor café (en cuanto al buen libro, evita todos los que digan “young adult” )

El grano de café atraviesa un gran proceso desde que se cosecha hasta que llega a la cafetera, en este artículo te explicaremos todos los procesos que este sigue y lo importantes que son a la hora de disfrutar esta deliciosa bebida.


Cultivo del café
El joven cafeto es plantado en tierras fértiles a una altura entre 500 y 1700 metros sobre el nivel del mar, donde la temperatura es fresca y la cantidad de humedad es poca, siendo el más alto de mejor calidad.  Luego de su plantación el cafeto no comienza a producir fruto hasta los 6 u 8 años y estos no pueden recolectarse hasta 8 meses después.


Recolecta y separación del café
El fruto del cafeto es llamado “cereza de café”, ya que su color rojo y textura carnosa es muy parecida al de las cerezas. Al igual que todas las plantas los frutos del cafeto no maduran todos al mismo tiempo por lo que cada grano tiene su destino fijado desde el momento mismo de su recolecta:

Los frutos verdes  suelen recolectarse en la mayoría de fincas con destino a formar parte de los cafés instantáneos, ya que donan un sabor ácido-amargo a la bebida y arruinan los sabores de las tazas.(No consumas café instantáneo, quiérete)

Los frutos maduros luego de ser recolectados suelen meterse a una gran tina para poder así separar los frutos buenos de los que ya se están echando a perder, aquellos que flotan son calificados como malos y separados del resto, estos tiene tres destinos posibles: -convertirse en café instantáneo
-mezclarse con granos de mejor calidad
-seguir un proceso de descafeinado 

Los frutos que han caído de las ramas y madurado en el suelo también son recolectados, estos considerados como granos de baja calidad por lo que suelen venderse como café molido para cafeteras a bajo precio o convertirse en cafés instantáneos. Al haber madurado en el suelo suelen llevar un sabor terroso y/o tener una amargura pronunciada. Si alguna vez has escuchado la expresión “café de palo” es debido a este tipo de grano.


Secado del café
Lo que conocemos como grano de café no es el fruto sino su semilla, para poder conseguirlo la cereza de café debe de seguir un proceso de deshidratación para convertirse en nuestro querido grano. Hay tres procesos de secado:
“honey”, “natural” y “lavado”.

-Natural: la cereza de café se pone a secar sin darle ningún tipo de alteración, este tipo de proceso suele resaltar los sabores ácidos del fruto. El proceso tarda alrededor de 20 días en secar el grano.

-Honey: se le quita la piel al fruto y se pone a secar con todo y mucílago (capa dulce que rodea la semilla). El café se deja reposar alrededor de 8 días para darle la oportunidad al grano de absorber todo el sabor del mucílago, lo que le da su característica sensacion dulce.

-Lavado: el grano se despulpa y se le remueve el mucílago depositando lo granos despulpados en tinas de fermentación hasta que el mucílago pierde su textura viscosa y tome una más áspera, este proceso suele tomar de 12 a 24 horas. Luego, los granos se ponen a secar por un tiempo que varía entre 5 y 10 días.


Tostado del café
Antes que el café esté listo para beber se debe de tostar, este puede ir de un tueste claro hasta uno casi negro lo que le da diferentes características al sabor.

La amargura aumenta dependiendo del color de tostado y la acidez se ve afectada dependiendo del tipo de tostado, el tueste canela es más ácido y el tueste italiano, o negro, es el más amargo.

Los tueste que van de canela hasta marrón claro son los que usualmente se utilizan para catación ya que todos los sabores del grano están presentes y su aroma es fuerte. Para una taza de café el mejor tipo de tueste es marrón y marrón oscuro pues tienen una amargura y acidez balanceada. Los tueste francés, o seminegro, e italiano, o negro, son perfectos para aquellos que aman un buen café amargo en sus mañanas.

Así que la próxima vez que estés por comprar un café, podrás leer su etiqueta y tener una muy buena idea de lo que estás comprando.

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